domingo, 10 de abril de 2011

Lisboa II




A la mañana siguiente tomamos el autobús para salvar los 6 kilómetros que distan a Belén del centro. En esta ocasión decidimos hacer la ruta de los miradores tomando por transporte, el novelesco tranvía nº 28. Por el cual no os dejéis engañar por su vetusto aspecto o su austera decoración, pues es capaz de callejear como si de un repartidor de pizza se tratase. Durante las pronunciadas pendientes, lo único que os distraerá del pensamiento de cómo estarán los frenos. Es la fe ciega de la gente que se encuentran en las terrazas por donde pasa el tranvía a escasos centímetros, despreciando estos las evidentes señales de arañazos que hay tanto en las paredes, como en los balcones y letreros de las estrechas calles. Bueno volviendo a la ruta, gran parte del éxito de esta dependerá de saber bajarse del tranvía en el punto mas alto de la ciudad, para ir así visitando los miradores de manera descendente. Entre calles adoquinadas y casas con fachadas de azulejos. Iras descubriendo también el castillo y las numerosas iglesias a demanda de cada uno. Coincidiendo que los martes y sábados se celebra la feria da ladra. Podréis encontraros con un mercado al aire libre en el cual podréis encontrar, desde un gorro Ruso, pasando por un boomerang Australiano o un buda Nepalí. Je, je, je… toma globalización. Ya en la zona baja, un poco de Shopping mientras Mónica trata de convencerme de que la misma cadena de ropa que hay en Santander tiene diferentes modelos, que la que hay aquí y… Bla, bla,bla… A… Que no se me olvide antes de terminar la visita a Casa Alentejo, un lugar autentico y con solera donde los haya.

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